Cuando no queda nada, asolados por huracanes, devastados por terremotos o destruidos por la guerra, las tradiciones orales mantienen viva la memoria colectiva de los pueblos. Las manifestaciones artísticas permiten fijar el sentir del momento.
Sea en la pintura o en la literatura, el arte supera en elocuencia lo recogido por la historia.
Momentos de crisis sanitaria y económica como los que vivimos sin duda dejarán huella en el acervo cultural de los países. No pasará mucho tiempo sin que esa dura realidad sea recogida, con tantos casos de pérdida de seres queridos sin poderlos despedir, de magnificación de las tensiones luego de tanto tiempo de confinamiento y de angustia económica.
Pero la diplomacia continúa también en tiempos de crisis y la cultura seguirá siendo carta de presentación para abrir puertas cuando de promover al país se trate.
Un país creativo como pocos, con partituras, poesías y pinturas para preservar la intensidad caribeña de nuestras tonalidades y las sutilezas de nuestras emociones —y con una gastronomía que fusiona nuestra mezcla racial— tiene mucho que mostrarle al mundo.
El distanciamiento social imposibilitará sin duda las clases de bachata o de merengue. Limitará numéricamente los participantes en las exposiciones.
Restringirá severamente las posibilidades de transporte de obras de arte. Dificultará incluso la obtención de derechos de reproducción para proceder con los eventos. Pero ningún obstáculo será insalvable para trabajar por el interés nacional.
Debidamente autorizados, se podrán exhibir reproducciones fotográficas en alta resolución de las obras de arte, obviando así las dificultades de transporte.
Con la colaboración de la sala de arte se programarán horarios de visita con reservación previa para evitar aglomeraciones.
Teniendo las obras en formato digital, se podrá complementar la muestra con una versión multimedia.
La clave para el diplomático será contar con el equipo de comisarios calificados para seleccionar la muestra con criterio estricto, para documentarla con rigor y para catalogarlo todo con destreza visual.
El criterio de selección se adaptará siempre a la audiencia para respetar sensibilidades, siempre sumando y nunca restando.
La documentación y catalogación siempre se hará en nuestra lengua española y se acompañará de la o las traducciones propias del país de destino.
Será importante también contar con patrocinio local e internacional que complemente las disponibilidades de fondos, la cuales no suelen ser nunca abundantes.
Llegado el día de la apertura, el acto tendrá la solemnidad de un día nacional. Bandera, podio, discurso inaugural e invitados especiales no podrán faltar. Tampoco nuestros mejores productos nacionales ni, de ser posible, nuestra música.
Lo aquí descrito fue practicado durante siete semanas dominicanas en el Reino Unido y en varias celebraciones de nuestro día nacional. Ahora, en Qatar, se encuentra en estado avanzado de preparación la primera semana dominicana en este país del golfo pérsico dotado de un público ávido de sumergirse en culturas diferentes.
Prueba de que aún en tiempos de pandemia, vale la pena persistir para posicionar nuestro país en el sitial que se merece.
Comentarios para este artículo