Bailando en medio del fuego
Delectándonos en nuestra insularidad, estamos firmemente convencidos de que el mundo es la medida que vemos de él y, de que la realidad que aquí vivimos es la más compleja y difícil posible. Los hechos en la región demuestran que ni remotamente es así.
Aunque los medios y agoreros nos hagan creer que nuestro panorama político es desolador, y que el sistema de partidos está en crisis, debemos observar lo que ocurre en la región, para así encontrar las razones del porqué de un crecimiento económico sostenido y un flujo constante de inversión extranjera, turistas, incremento en importaciones, exportaciones y buenas cifras.
Más allá del 2024, más allá de Abinader, Danilo, Leonel, o quien venga… la estabilidad macroeconómica que tenemos no se debe a la magia de ningún genio liberado de ninguna lámpara, sino a una correcta, firme y dilatada política monetaria, pero sobre todo, a la estabilidad política del país y al clima de gobernabilidad en que vivimos, y esto, en última instancia, es responsabilidad del sistema de partidos, de los políticos, de los poderes fácticos y de una ciudadanía que comulga y cree en los valores y realidades que sostienen el entramado.
Si comparamos esto con el clima latinoamericano, la situación es de espanto: en los últimos 30 años 20 presidentes no han terminado su periodo por diversas razones, y todos cesaron en medio de fuertes revueltas populares y cuestionamientos públicos.
América Latina renunció a los golpes de Estado como mecanismos duros de remoción de presidentes y las olas democráticas trajeron consigo disposiciones que posibilitaban el cese presidencial sin la ruptura constitucional, o lo que es lo mismo: golpes blandos.
Por solo citar el caso más emblemático: en los últimos cinco años Perú ha tenido cinco presidentes, todos dentro del orden constitucional vigente, y justo esta semana Pedro Castillo se enfrenta -nuevamente- a un posible juicio político. Entre la irracionalidad y la ceguera, así actúa una clase política que deslegitimándose, procura enterrarse a sí misma, como si los ejemplos de agotamiento del sistema tradicional de partidos no abundaran en la región… y sus consecuencias. El capital necesita estabilidad y gobernabilidad, y sin capital no tendremos la posibilidad de seguir transitando la senda del desarrollo humano.
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