Síndrome de Burnout: Un alumno indeseado en el aula
Historias de frustración por no lograr el aprendizaje en un estudiante, puede que haya muchas. Pero en estos tiempos de pandemia, deben haberse triplicado por la forma y el fondo que conlleva educar en esta nueva realidad dominicana por el Covid-19.
LISTÍN DIARIO acaba de presentar un reportaje sobre cómo el personal médico que está atendiendo los casos del coronavirus ha sido afectado por el Síndrome de Burnout, definido como un estado de agotamiento físico, mental y emocional causado por el cansancio psíquico o estrés que surge cuando se cree que ha sido infructuoso el esfuerzo hecho en o ante cualquier situación.
Los maestros también son vulnerables a este trastorno que compromete, más que todo, las emociones. La psicóloga y experta en Filosofía Mental, Olga María Renville lo explica. “Siempre se dan situaciones en las que un maestro puede ser afectado con el Síndrome de Burnout, pero la realidad que se está viviendo en estos momentos con un cambio drástico en el sistema educativo, puede que esté incidiendo aún más en la aparición de este trastorno”.
Al parecer tiene razón. Silvia Contreras es maestra de Básica. Desde su experiencia cuenta que tanto ella como otras colegas están siendo víctimas de este síndrome. “Cuando yo inicié la docencia me atacó fuertemente este trastorno. Yo estaba tan mal que tuve que buscar ayuda. Por más que me esforzaba para que mis alumnos aprendieran, había algunos que nada qué ver. Unos no prestaban atención y otros nunca entendían. Fue una etapa difícil, pero la superé”.
La profesora hace el comentario y de inmediato admite que ha vuelto a lo mismo. “Esta transformación que ha sufrido el sector educativo en todos los niveles, nos ha llevado a algunos a caer en la desesperación, en un estado de impotencia, de fatiga física y emocional que no nos esperábamos. Yo, de manera particular hasta llegué a llorar y hasta halarme los cabellos, literalmente, porque los estudiantes no entendían, y para ser sinceros, nosotros tampoco”.
Cuando concluyó el pasado año escolar, fue que sintió un respiro y pudo reponerse. Espera que este año le vaya mejor, aunque ya a menos de un mes de iniciadas las clases: “Me he sentido estresada. Todavía no terminamos de ponernos de acuerdo, colegio, alumnos, maestros y padres. Solo nos queda encomendarnos a Dios”, considera doña Silvia, quien trabaja en un centro educativo privado.
Factor psicológico
Para Olga María Renville este síndrome, también llamado de desgaste ocupacional o profesional, origina una pérdida de energía y de voluntad que afecta significativamente a los profesionales de diversas áreas. Para citar algunas, la especialista menciona a trabajadores del sector salud, social, y educativo. “Todo lo que implique una labor que busque ayudar a otros puede generar ansiedad, frustración, fatiga, estrés… cuando los resultados no son los esperados”.
Sin embargo, la experta en Filosofía Mental asegura que por lo generar en las empresas se dan estos casos cuando los colaboradores no cumplen con su meta, ya con la trazada por ellos o las que se les traza. En las entidades bancarias hay áreas donde los empleados deben cumplir con equis meta y, si no la logran pueden inclusive, perder su trabajo. En área de Ventas también se dan estos casos.
Apeló a un ejemplo que se da en el mercado de Valores. Para ser corredor de Bolsa es necesario tomar un examen cada cierto tiempo. Es extenso y amerita de mucho estudio. Tienen tres oportunidades en fechas distintas porque hay que pasarlo sí o sí. De no lograrlo, pone en juego su empleo. Esto le puede generar Síndrome de Burnout.
TESTIMONIO
Mercedes Báez Reyes
Como un proceso acelerado que puede desencadenar todo tipo de trastorno, sobre todo emocional, define la maestra Mercedes Báez Reyes, coordinadora educativa de una escuela de Constanza, la nueva forma de impartir docencia. “Hay que buscar herramientas para los padres, para nosotros, para los alumnos, y eso desgasta”, dice.
A partir de la Coordinación, le ha tocado ayudar a los padres. “Y es tan agotador cuando llamas y ya tienen otro número, no puedes comunicarte, no te entienden o se presentan otras dificultades que lo complican todo. Porque falta mucho para que las familias de escasos recursos tomen el piso. El año pasado, a mí me atormentaba ver cómo faltaban algunos y saber que no tenían avance por no poder estar presente. Tuve que hacer casi un master en tecnología para saber sobre los docentes y los estudiantes, y me dolía tanto saber que, a veces no estábamos avanzando”.
Prosigue: “Amo lo que hago, pero he tenido un proceso agotador, docentes que se han enfermado por el estrés. Hubo algunos que hasta llegaron a llorar. A las 12 de la medianoche todavía sonaba el teléfono, en fin, no ha sido fácil”, concluye.
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