Opinión

Paga con “factura estatal” a crítica independiente

Concibo la política como la actividad o disciplina fundamental de la interacción humana, porque constituye el mecanismo por excelencia para que desde el Estado, máximo estandarte del poder político que posibilita a los gobiernos administrar las riquezas, que bien manejadas, se puede mejorar la calidad de vida de los habitantes en un determinado país.

Coherente con ese criterio, en aulas universitarias, medios de comunicación, redes sociales y diálogos personales, animo a las personas, especialmente a los jóvenes, a que incursionen activamente en la política para que, en algún momento de sus existencias, realicen los sueños de construir una sociedad más justa, humana y solidaria.

Naturalmente, esa participación política debe incluir el rigor del componente ético, es decir, que se ejerza con transparencia, honestidad y probidad.

Justo, la campaña electoral pasada estuvo caracterizada por un alto nivel de participación política, la que comenzó temprano con el movimiento denominado Marcha Verde y que culminó con otro poderoso, que se agrupaba en la Plaza de la Bandera, en la capital dominicana.

No cesaron nunca las críticas a la administración que encabezó el ex presidente Danilo Medina, extensivas a los dirigentes del entonces oficialista Partido de la Liberación Dominicana (PLD), lo cual contribuyó notablemente a la posterior victoria del Partido Revolucionario Moderno (PRM) en los comicios municipales celebrados en marzo y, luego, en los presidenciales y congresuales de julio de este año.

Los manifestantes se cuidaron mucho de no exhibir colores partidarios, por el contrario, muchos simulaban aborrecerlos, por ser, supuestamente, parte del sistema que consideraban corrupto.

Rostros de todas las edades, géneros y estratos sociales desfilaron con sus críticas. Eran “críticos independientes” que, afirmaban, luchaban a favor de los mejores intereses del pueblo dominicano.

¡Que desilusión! Al revisar los decretos emitidos por el presidente Luis Abinader, nos encontramos que en ellos figura una parte de esos “críticos independientes”; también en disposiciones administrativas para el ingreso a la nómina pública.

Esperemos ver otros ciudadanos y ciudadanas en cargos diplomáticos, consulares, asesorías o en una jugosa colocación de la publicidad gubernamental. Y es por ello eso que, despectivamente, a la Plaza de la Bandera ahora le llaman el escenario de la Feria de Empleos.

Nadie niega el derecho que tiene todo dominicano a ser contratado por el Estado para ofrecerle su capacidad profesional o técnica, o sus servicios en diferentes ámbitos.

Lo que resulta moralmente condenable es el ocultamiento, bajo una supuesta “independencia”, para luego procurar un nombramiento o servicio como remuneración.

La gente desconfía mucho debido a este tipo de comportamientos, propios de sociedades relativistas, en la que cada quien busca beneficio particular, sin mirar a su prójimo; recurre a las poses y a la simulación con facilidad.

Ante la desconfianza existente, hay que conferir valor a la política para que, a través de ella, se pueda garantizar un mayor bienestar de los pueblos, poniendo énfasis en bien colectivo y el progreso social.

Y el hecho de que haya quedado evidenciado una especie de paga bajo “factura estatal” a la que se entendía como crítica independiente, en nada contribuye a mitigar esa desconfianza en la política.

Dentro de la lógica del presidente Abinader es correcto que se sume a potenciales críticos, pero sin olvidar que, casi seguro, al final de su mandato una parte hará como esos animalitos de la familia muridae que en tiempos de borrascas marinas, se lanzan a la mar antes de que las aguas penetren a las embarcaciones.

Por: Luis García

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